Gestion y Politica, un divorcio inviable. Gestionar es gobernar. El resto, es improvisación y oportunismo.

Gestión y Política. Un divorcio inviable. Gestionar es gobernar. El resto, es improvisación y oportunismo. El concepto de gestión es enormemente amplio y se refiere a todo lo que hay que hacer para que algo funcione. El concepto en sí mismo encierra una idea y es que toda transformación se realiza haciendo. Idea que va a contracorriente de quienes creen que todo se logra con un relato.

La gestión es una palabra de moda en el ambiente empresarial y en el mundo en general, pero la política Latinoamericana tradicionalmente la ha evitado: existe la convicción de que el votante se deja arrastrar por campañas emotivas y olvida la realidad.

Sin embargo, los Partidos Políticos o Movimientos que han hecho de la gestión su bandera y se ha ocupado durante su gobierno sus líderes de demostrarle a todo el país que la gestión es la única forma de solucionar los problemas que tenemos.

Y como en tantos otros casos no se trata de ensalzar a estos partidos políticos o movimientos, sino de demostrar que un tuerto ve más que un ciego. El enfoque en la gestión no es un gran invento, no es una creación, es simplemente la aplicación del más evidente sentido común: las cosas no se solucionan solas, es necesario intervenir.

La ventaja de un enfoque como éste, el de ocuparse de la gestión (una buena gestión crea riqueza), de manera sistemática, trae como consecuencia una planificación clara y con una dirección nítida. Los gobiernos centrales y municipales (como un ejemplo) debería modificar su sistema de presupuesto: 60% para gastos de capital o viceversa (poner un límite a los gastos corriente).  Invertir mucho dinero y energía en mejorar el transporte público, porque se entiende que es uno de los mayores sufrimientos de los ciudadanos. Luego se debe atacar el tema de la seguridad, no sólo formando la policía metropolitana, sino dándole además el lugar que le corresponde.

Debería ser consistente a lo largo de los años y ser constantes en estas sendas. En ambos casos las soluciones que deberían implementar, si bien no son novedosas, sí tienen el mérito de ser el fruto de un cuidado ejercicio de planificación. En el presente nuestras ciudades las autoridades siempre gobiernan con mediadas aisladas y muchas veces oportunistas, esta falta de planificación se debería cambiar para bien de una buena gestión que crean riqueza. (estamos en los mismo, que, dentro de su presupuesto, los gastos rígidos (sueldos, otros beneficios), llevan casi el 96% de sus ingresos).

Gestión y Política: Un divorcio inviable. Una de las dimensiones del gradualismo es una tensión en materia de política socio-económica, que anida dentro del gobierno (central y municipal).

Esa tensión pretende equilibrar dos políticas: la social, en un país que tiene más de 26% de pobreza, es decir, en un país donde más una cuarta parte de su población es pobre; con la política fiscal, un país con mucha pobreza demanda mucho Estado y mucho gasto público, un país que pretende bajar la inflación debe contener su política de gasto, racionalizarla.

Si la gestión da frutos, si los frutos se ven y son apreciados por los votantes, ¿por qué no hacen lo mismo todos los gobiernos centrales, intendentes y gobernadores de las ciudades y distritos?

Es importante aclarar que la gestión debe ser llevada adelante por profesionales preparados y muchos ministros, jefes comunales y gobernadores se afanan más en darle el puesto a los amigos que a las personas capaces.

Esta es una verdad evidente en el mundo empresario: se debe buscar a la persona acorde para el puesto. Pareciera que no es tan evidente en el mundo de la política, donde existe en general una disociación entre capacidad y posición que resulta por momentos inverosímil. Por lo que la primera dificultad salta a la vista: no hay personas capaces ocupando las posiciones relevantes dentro del gobierno.

La otra cuestión es que pareciera haber una epidemia de pereza intelectual entre la clase dirigente, por lo que siempre se aplica la solución que requiere menos esfuerzos intelectuales y físicos. Nombrar en cargos a amigos, familiares, operadores, entre otros. (llenar su presupuesto de gastos rígidos y no de capital, para inversión de infraestructura). Se debería buscar a personas capaces. Lo primero no requiere gestión, no requiere planificación. Lo segundo es un increíble esfuerzo que requiere de personas preparadas y con la voluntad de adentrarse en un terreno cenagoso.

También es cierto que hacer implica equivocarse, mientras que haciendo anuncios rimbombantes nadie comete errores: en la teoría todo es maravilloso. Y equivocarse implica que haya personas sensatas que salgan a hacer críticas y las personalidades temerosas y poco seguras de sí mismas les temen a las críticas. Esta última es una cuestión de liderazgo que quienes trabajamos en gestión hemos visto muy frecuentemente. Quién sabe lo que hace, quien está seguro de su conocimiento y capacidad siente las críticas como una oportunidad para mejorar.

Improvisación y oportunismo. Gestionar no es una tarea fácil, claro que no. Pero todavía se torna más difícil cuando se carece de las condiciones de liderazgo necesarias para llevar adelante a un equipo. Y tal vez sucede que nuestra actual clase dirigente, en su mayoría, lejos de ser los líderes que necesitamos, se han dedicado a buscar la posición que tienen sólo para su propio beneficio.

Y aunque gestionar sea un ejercicio sigiloso y cuyos frutos tardan en aparecer, es ciertamente la única forma de gobernar para el largo plazo, lejos del oportunismo y le mediocridad.

Hoy, en el mundo en que vivimos, para quienes ocupan puestos ejecutivos en el gobierno, ciertamente que gestionar es gobernar. El resto, es improvisación y oportunismo.

Compartir esto