Mirando al año que está por terminar, concentrémonos en los aspectos positivos. Esperemos con devoción las fiestas de la navidad y con esperanza el nuevo y próspero año por venir. Quizá nadie pueda negar que el año 2016 fue muy diferente de lo que suponíamos. El hecho es que para muchos fue un año muy difícil ya que esperábamos estar ya camino a una recuperación económica. Al sopesar entre las duras y las maduras de este lapso, les recuerdo de que tenemos la opción de concentrarnos en los aspectos positivos del año en lugar de los negativos.                                                                                                  Esta bien que sigamos tirando de los tópicos. En ellos se guarece, con mucha frecuencia, la verdad. Para mí como para el Paraguay que queremos hoy es uno de los días más bellos del año, justamente por su noche, y por todo lo que en ella se representa.

Nace una vez más el Niño de Belén. Desde su pesebre recuerda a todos que el amor, la concordia, el bien común, la dignidad y el coraje para persistir en la búsqueda de nuestros sueños son valores que deben guiar nuestros pasos. Es responsabilidad de cada persona escuchar su mensaje de esperanza y poner lo mejor de sí para que su nacimiento no sea en vano.

Siempre me negaré a desdeñar esta fiesta y su misterio. Forma parte de mí y es una buena síntesis de todo lo que me enseñaron mis mayores, así como los valores que estoy dispuesto a defender: la grandeza de la vida, la paz, la libertad, la familia, los hijos y el ansia irrefrenable de querer ser mejor y convivir con los demás.

El mayor deseo para el prójimo es que logre vivir todos los días de su vida, ya que hasta el momento no hemos descubierto nada mejor que la propia vida, representada y celebrada esta Nochebuena en el nacimiento de un Niño que vino a decirnos que Dios es bondad y que para que los hombres tengan buena voluntad es necesaria la paz.

Desde EL PARAGUAY QUE QUEREMOS que la Nochebuena y la Navidad traigan a nuestros hogares paz, concordia y bendiciones abundantes que nos ayuden a extirpar del país los cuerpos extraños que torpedean nuestra armónica convivencia; y que se encuentren los caminos de la equidad social y podamos vivir en un país de mayor bienestar espiritual y material para todos. Un brillante augurio en esta noche de paz.

Así como lo expresa el apóstol Pablo. Algunos vamos a sembrar y otros vamos a regar, el único que determina el crecimiento de nuestro trabajo es Dios. ¡Felicidades a todos!

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