Con una Tributación progresiva sirve para crear un Estado fuerte, el Paraguay debe apuntar a la recaudación de Impuestos Progresivos y Redistributivos.

Por Gerardo Meza C. (*)

La tributación progresiva sirve para crear un Estado fuerte. Muchos analistas consideran que la relación comercial entre Paraguay y los países de mayor desarrollo (Brasil, Asia, Unión Europea, EEUU, entre otros) es desigual y que el fundamento de ese desimpuesto a los granos (No pagan impuestos las materias primas).

Con una Tributación progresiva, el objetivo  es que  el Estado tenga esa  capacidad  de obtener los recursos suficientes para garantizar los servicios públicos, como educación y salud para todos, tener un PGN superavitario, y para pagar los servicios de nuestra deuda.

El país necesita recaudar más impuestos Progresivos y Redistributivos.

Y hacerlo sobre la base de impuestos progresivos y justos. Hasta ahora, la política tributaria en Paraguay ha sido fuertemente influenciada por los países poderosos y las élites nacionales, para que sus materia prima no tengan impuestos.

La presión tributaria del Paraguay es la más baja del Mercosur, lo que en otras palabras significa que nuestro país es el que menor recaudación impositiva obtiene con relación a todo lo que produce su economía o producto interno bruto (PIB).

 Entre los principales problemas del Fisco se encuentran la enorme evasión (calculada en casi el 70%) como fruto de la corrupción y la gran cantidad de exoneraciones fiscales autorizadas mediante diferentes instrumentos legales.

La recaudación tributaria sigue siendo en el Paraguay, junto a los royalties y compensaciones, la principal fuente de ingresos del Estado. Pese a la reforma tributaria que ha introducido cambios sustanciales en el esquema impositivo del país, los ingresos que obtiene el Fisco no han tenido una mejora sustancial.

La presión tributaria es uno de los parámetros que se utiliza para medir la capacidad recaudadora de un país.

 Es la comparación entre lo que se obtiene a través de los impuestos y el producto interno bruto o PIB (valor de todo lo que produce la economía en bienes y servicios durante un año). La intención es, evidentemente, tener una idea sobre cuánto de lo que produce la economía está gravado con impuestos.

Un estudio del BID señala que el promedio de la presión tributaria de América Latina y el Caribe es del 14% del PIB, mientras que en los países desarrollados se tienen otros niveles como el caso de Suecia donde es del 50%, el Reino Unido con 33,7%, España con 34,2%, Italia con 44,4%, Estados Unidos con 29,7% y Japón con 28,8%.

Volviendo al caso de Paraguay, se puede apreciar que el impuesto al valor agregado (IVA), que tiene una tasa del 10%, sigue siendo el tributo de mayor incidencia en el total de los ingresos impositivos, representando el 41,5%. En orden de importancia le siguen el impuesto selectivo al consumo (ISC) aplicado al gasoil (cuya tasa es del 14%) que representa el 14,6% del total,( El impuesto aplicado al gasoil, esta enganchado, al PGN, es por esa razón que el Paraguay no puede tener un Metrobús eléctrico, ni trenes, automóviles eléctrico, entre otros ) el impuesto a la renta (con una tasa del 30% sobre las ganancias) que equivale al 13,9% del total, el gravamen aduanero sobre las importaciones (con tasas variables) con una incidencia del 12,6% sobre el total, entre otros.

En muchos casos, esto ha tenido un impacto negativo dado el gran énfasis puesto en impuestos indirectos regresivos como el IVA (siendo el tributo de mayor incidencia en el total de los ingresos impositivos, representando el 41,5%). y los extensos incentivos fiscales para las empresas.

 Hay una necesidad urgente de que el gobierno  logre un aumento en la recaudación de impuestos progresivos y redistributivos.

El impuesto a las exportaciones de granos sin elaborar es necesario sobre todo desde lo económico, pero también si se analiza con perspectivas políticas o sociales. Su creación lleva unos años generando un amplio debate y una sucesión de proyectos de ley, que van y vuelven del Poder Ejecutivo al Congreso Nacional, sin que nunca se llegue a promulgar ninguno de ellos.

Por equidad impositiva, por conveniencia nacional y por necesidad económica, en un país bien organizado no puede ocurrir que los sectores de mayor volumen de actividad e ingresos, que ocupan y explotan la mayor cantidad de tierras productivas, sumando todos sus tributos, tengan una participación insignificante en la recaudación total del país. En mi Trabajo anteriores resalté esa participación, aproximadamente, en apenas en un diez por ciento: prácticamente nada.

Por otra parte, las grandes explotaciones agropecuarias, si exportan su producción en bruto, no generan valor agregado. Como obviamente tienen una producción mecanizada, apenas requieren mano de obra y en consecuencia no generan puestos de trabajo y, no menos importante, entre todas las actividades económicas es la menos redistributiva.

A partir de esta constatación, el Gobierno y los Empresarios deben orientar su mirada hacia un conjunto de países exitosos fuera del país y a las consecuencias que las estrategias de mediano y largo plazo para la transformación productiva y el escalamiento exportador han tenido en su desarrollo.

 Que la experiencia en Australia es muy positiva en áreas sociales y en infraestructura. Tenemos muchos casos en India, entre otros, que dan ejemplos interesantes para el país.

Así pues, el impuesto a la exportación de granos sin elaborar no es solo una herramienta necesaria para que el Estado recaude de la actividad más rentable del país, pero hasta ahora más exenta de impuestos, sino que es también un instrumento para promover e incentivar la industrialización de nuestras materias primas, que sí crearía puestos de trabajo y sí generaría valor agregado.

De que el desafío de Paraguay es justamente incrementar su agroindustria y convertirse en un país productor de alimentos,

“El objetivo con todo esto es que el productor tenga un incentivo a través del precio para aumentar la producción”.

Y con esta política de la Industrialización de nuestras materias prima, con esta nueva vocación del país, debe ser transformarse en un centro multimodal para mover mercaderías (con valores agregados), desde el Atlántico (productor) hacia el Pacífico (consumidor).

He dicho muchas veces que los impuestos son un mal necesario. Son odiosos, nadie quiere pagarlos; pero todos queremos que el Estado recaude suficiente para cumplir con sus funciones. Desde este punto de vista, el Gobierno tendría que hacerse la siguiente pregunta: ¿está en condiciones el Estado paraguayo de recaudar suficiente para sus necesidades exonerando de prácticamente todas las cargas tributarias a la principal actividad económica del país? Me temo que no.

En cuanto a los productores y exportadores creo que también, a largo plazo, les conviene pagar un volumen más racional de impuestos por más desagradable que resulte siempre una disminución de la rentabilidad.

Este trabajo se centra en la política tributaria en el país: quién paga, sobre qué se paga y cómo se paga en concepto de impuestos.

La política tributaria del Paraguay tiene un enorme impacto en la desigualdad y en la reducción de la pobreza y este impacto es mucho más negativo y casi nada de positivo en función de las características de la política tributaria del país, es imperativo que el gobierno decida cambiar y poner en marcha una nueva política tributaria. (Una Política Tributaria de incentivo). A menudo, los impuestos también están en el corazón del contrato social entre los ciudadanos y su gobierno, por lo tanto, la tributación progresiva es fundamental para la creación de un Estado fuerte, democrático y eficaz.

(*) Economista. Autor del Libro: 7 Puntos a tener en cuenta para el Paraguay que queremos..

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